Antropoceno

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Cuando Las Patronas lanzan comida en bolsas a las entrañas de La Bestia quizás no son conscientes de la relevancia de su gesto a escala geológica. Movidas por empatía activan colectivamente un mecanismo ancestral de cooperación recurrente en todos los seres vivos una vez superada la etapa de recelo y competencia. Al instinto competitivo que levanta muros, intercalan una estrategia inteligente que inventa protocolos, revienta límites y difumina fronteras.

Existen otros gestos que generan flujos con impacto a escala geológica. Quizás nos somos conscientes de que en nuestros bolsillos llevamos pequeños trozos de África procesados en China y del gasto energético y material de la infraestructura que nos permite estar continuamente conectados.[1] La necesidad de actualización y los ciclos cortos de renovación se traducen en teléfonos obsoletos apilándose en los cajones de nuestras casas.

CHINA-RAREEARTH/Rare-Earth Minerals mine in Jiangxi Province, China’s . Photo Reuters. Source: National Geographic

Las anteriores narrativas ilustran dos formas de relación de la especie humana con el entorno y la presión que constantemente ejercemos sobre el. Un proceso de consumo y desposesión continuos, acelerados especialmente a raíz de la Revolución Industrial y puesto en evidencia por el cambio climático, es el que ha llevado a plantear conceptos como el Antropoceno, que sugiere que hemos entrado en una era geológica marcada por la influencia de la actividad humana en el planeta.

No existe consenso respecto al inicio del Antropoceno[2], algunos proponen buscarlo en los albores de la agricultura, ya que es donde se pueden encontrar las primeras evidencias de sedimentación que delatan esta actividad humana que permitió a los humanos asentarse en comunidades con densidades nunca antes vistas, mientras que otros autores señalan la Revolución Industrial o el inicio de la carrera nuclear.

CongoMinersHuman chain of gold miners . Photo Guy Oliver/IRIN via AllAfrica

Y qué papel tiene la arquitectura dentro de este panorama? Hasta ahora entendíamos que todas las realizaciones arquitectónicas han ocurrido durante el Holoceno. Es bajo las condiciones ambientales de este período geológico en las que nuestra disciplina ha ido especializándose. Sin embargo, estas condiciones no son inmutables y tenemos certeza científica de que han ido cambiando aceleradamente desde finales del siglo XIX.[3] Actualmente existe cierto consenso sobre el impacto que la práctica arquitectónica tiene sobre el medio ambiente. La mayor parte de este impacto no se debe tanto a la construcción sino al consumo de energía derivado del transporte, técnicas y materiales constructivos. Además los análisis de ciclo de vida de los edificios coinciden en que es mayor el impacto energético por su mantenimiento que por su construcción. Las buenas prácticas apuntan que el reciclaje, la minimización del transporte y el uso de recursos locales son las mejores estrategias de mitigación.

Subtraction_Visual_00If A Tree Falls: A Story of the Earth Liberation Front. 2011. Marshall Curry

Sin embargo un repaso crítico nos muestra que las premisas ambientales están lejos de ser las que regulen la producción arquitectónica, y que en la profesión siguen importando más las valoraciones estéticas o económicas. Por otro lado, las estrategias de adaptación y cobijo que hemos refinando responden a condiciones ambientales que previsiblemente no sigan siendo las mismas. Así que al parecer practicamos una disciplina todavía muy coqueta y poco previsora.

Y es que en realidad, los arquitectos disponemos de pocas herramientas e incluso de lenguaje para lidiar con fenómenos complejos o con cambios evolutivos. Y el panorama incierto que tenemos por delante desborda las habilidades técnicas, estáticas y formales que presuntamente definen la excelencia arquitectónica. Lo sostenible no es más que una etiqueta bucólica o un slogan de marca para adaptarse a condiciones ambientales que en realidad son difícilmente reversibles, mientras que la incertidumbre y el cambio son las verdaderas constantes que tenemos por delante.[4] Los defensores del aceleracionismo lo han comprendido al anticipar un hipotético fin del capitalismo y su ethos productivo, de los que al parecer no seremos capaces de renunciar. Porque seamos absolutamente sinceros: no hemos logrado mucho con buenas intenciones, apelaciones morales o previsiones desalentadoras. Mientras tanto la arquitectura sigue siendo en realidad una práctica subordinada a los intereses, posibilidades y consecuencias del sistema financiero.

Mexico_sprawlSprawling Mexico City Photo Pablo Lopez Luz. Source: The Guardian

Es posible reorientar nuestra profesión frente a este panorama? Tal vez el reto esté en una paulatina reconversión, que incorpore protocolos que permitan responder a la incertidumbre en lugar de generar soluciones cerradas. Una estrategia de acciones capaces de incorporar accidentes y generar respuestas emergentes a problemas que no han aparecido todavía, que es como funciona la evolución.

Es posible que en el gesto de Las Patronas encontremos alguna pista. Este grupo trabaja colectivamente con la incertidumbre; sus acciones afectan y se ven afectadas por una infraestructura de movilidad. Sin planificarlo a largo plazo, inciden sobre un flujo de vidas y memorias, ayudan a modificar la ecología de las poblaciones, de los sistemas urbanos y las regiones en los que interactuará la población que emigra. Y de forma análoga, quizás el coltán, cobre y demás minerales de nuestros teléfonos móviles estén a la espera de nuevas formas de minería que los rescaten de nuestros cajones.

Waste-Cell-PhoneIntolerable Beauty. Portraits of American Mass Consumption. Photo Chris Jordan 

Porque no solo moldeamos el mundo con nuestra actividad; el medio ambiente también nos moldea a nosotros y los cambios que introducimos modifican entornos y organismos que al final tienen consecuencias sobre nosotros mismos. La arquitectura del Antropoceno será menos anthropos y más colectivo. Un sistema de gestión de incertidumbres que genere soluciones dinámicas y evolutivas útiles para diferentes formas de vida, sean humanas o no.

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Antropoceno fue publicado originalmente en la revista Arquine No. 80 – Veinte años

[1] Jussi Parrika. The Anthrobscene. University of Minnesota Press. Minneapolis. 2015

[2] En 1873 el geólogo Antonio Stoppani señaló el creciente efecto de la humanidad sobre los sistemas terrestres. Se atribuye al biólogo Eugene Stoermer haber acuñado el término Antropoceno y al químico Paul Crutzen su popularización.

[3] Ver informes del Intergovernmental Panel on Climate Change

[4] Sugerimos hacer una lectura crítica de la valoración del premio Pritzker o de los sloganes de Stefano Boeri sugiriendo que sus “bosques verticales” combaten la polución urbana y permiten que la población siga creciendo.

 

 

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